Acabo de volver de la Marcha del 24, día de la memoria, conmemoración por el 32º aniversario del golpe de estado o como quiera llamarlo. Si bien hay que reconocer que no fue una marcha masiva (en comparación con otras como la de dos años atrás) había una importante cantidad de personas.
Sin embargo, fue llamativo que no había ningún operativo dispuesto para la movilización. Ni policia, ni agentes del gobierno de la ciudad, ni calles cortadas, ni reordenamiento del tráfico, nada, NADA. Las personas cruzaban la 9 de julio mientras que los autos razaban el tujes de los manifestantes y en los 15 minutos que miré la escena casi se llevan puesto dos púberes. Evidentemente no existían las mínimas garantías para el uso del espacio público y por el contrario esa desidia ponía en peligro a los manifestantes.
Rodrigueza Larreta, el Alberto Fernandez de Macri, había sido muy claro "el espacio público no es negociable". Coherencia en su declación fue lo que traslució luego de que el pastor Palau copó la avenida más ancha con la autorización del Gobierno.
Evidentemente el Gobierno de la Ciudad gestiona el espacio público caprichosamente o... dependiendo del monto que se pague para poder utilizarlo. Como dice el chiste "en el mundo no faltan putas sino capitalistas".